Durante 40 días, la vereda La Quiebra, en Fredonia, vivió con el eco de un homicidio que sacudió a todo el municipio. Era la noche del 21 de septiembre cuando, en un establecimiento abierto al público, una discusión entre dos conocidos terminó en tragedia.
La víctima, Alexander Velasco Meneses, cayó al suelo tras recibir dos heridas con arma blanca. Murió allí mismo, mientras los vecinos trataban de auxiliarlo.
El presunto agresor, un conocido de la familia Velasco, salió corriendo del lugar y desapareció por caminos veredales. Su fuga dejó un vacío incómodo en el pueblo. Las conversaciones en la plaza, los comentarios en las tiendas y hasta las miradas en la calle giraban alrededor del mismo nombre.
La pregunta era una sola: “¿Dónde está?”
La comunidad, indignada, esperaba respuestas. Y la Policía Antioquia comenzó a armar el rompecabezas.
Las autoridades no soltaron el caso y durante más de un mes se realizaron entrevistas a los testigos, análisis de evidencias, revisión de cámaras, verificaciones en zonas rurales y urbanas e hicieron seguimiento a información suministrada por la comunidad.
Cada dato, cada paso, cada rumor fue revisado.
Las labores del grupo de investigación criminal se extendieron día y noche hasta que, finalmente, lograron estrechar el cerco.
Cuarenta días después del homicidio, en la misma tierra donde nació, el hombre señalado fue capturado. No hubo persecución espectacular ni forcejeos: las autoridades ya lo habían ubicado, ya lo tenían plenamente identificado y solo esperaban el momento preciso para detenerlo.
Fue puesto bajo custodia y entregado a las autoridades judiciales competentes, donde deberá responder por los delitos que se le imputan.
Aunque la captura trae alivio, en Fredonia la herida sigue abierta. La familia de Alexander, los vecinos y quienes lo conocían todavía tratan de comprender cómo una discusión entre conocidos terminó en una tragedia irreversible.
Para la Policía Antioquia, el caso representa otro ejemplo de investigación rigurosa; para el pueblo, una mezcla de justicia y tristeza que apenas empieza a asimilarse.



































