El 28 de marzo de 2025, Envigado amaneció triste por un crimen que estremeció a todo Antioquia. En un pequeño local comercial, donde reinaban el trabajo y la unión familiar, la periodista María Victoria Correa Ramírez, de 68 años, y su hermana María Nohelia, de 75, fueron asesinadas a sangre fría. Una tercera hermana sobrevivió de milagro, pero con heridas que marcaron su vida para siempre.
María Victoria era conocida por su carácter fuerte y su compromiso con la verdad. Muchos la recuerdan como una mujer que no se callaba nada y que siempre luchó por la justicia. Por eso su muerte fue un golpe no solo para su familia, sino para todo el gremio periodístico.
Las cámaras, los testigos y las huellas llevaron a tres nombres que helaron la sangre:
Juan Camilo Carvajal Burbano (alias Gafas), Deiby Yulián Posso Pretel (alias Cali) y Yuván Daniel Arenas Gómez (alias El Mello).
Ellos fueron los encargados de ejecutar el ataque.
Gafas conducía una de las motos, mientras Cali y El Mello entraron armados al local y dispararon sin piedad.
La hipótesis que cobró fuerza dejó al país boquiabierto: todo habría sido por una herencia familiar. Un motivo mezquino que terminó con la vida de dos mujeres inocentes.
El 13 de mayo, en operativos en Prado (Tolima) y Cali (Valle del Cauca), los sicarios fueron capturados. Enfrentados a las pruebas, no tuvieron escapatoria.
En un preacuerdo con la Fiscalía, aceptaron los cargos por homicidio agravado, tentativa de homicidio y porte ilegal de armas.
El juez los condenó a 17 años y 6 meses de prisión. Ninguna de las partes apeló, así que la decisión quedó en firme.
Las esposas cerraron la historia de tres verdugos, pero abrieron otra pregunta que retumba en Envigado: ¿quién los mandó a matar?
Aunque los autores materiales ya están tras las rejas, las autoridades siguen tras los determinadores del crimen, los verdaderos responsables de haber ordenado la ejecución. El caso, según la Fiscalía, sigue bajo reserva.
Mientras tanto, la memoria de María Victoria Correa sigue viva. Su voz, que durante años denunció injusticias, hoy se escucha en cada reclamo por verdad y justicia.
Frente al local donde ocurrió todo, aún hay flores marchitas y velas encendidas. Los vecinos pasan despacio, bajan la mirada y susurran: “Aquí mataron a una buena mujer”.
Porque aunque intentaron callarla con balas, María Victoria Correa sigue hablando desde la memoria y la justicia.






