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Autoridades recuperan, poco a poco, el espacio público y vuelve a a ser de todos en Medellín

by noticias@prensapaisa.com

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Gigantesco operarivo en el barrio Naranjal, en la Comuna 11 de Medellín, donde llegaron las patrullas de la Policía Nacional y funcionarios del Distrito recorrieron sus calles en un operativo interinstitucional que tenía un propósito claro: recuperar el espacio público.

El despliegue incluyó el desmonte de cambuches, la inspección de zonas críticas y la liberación de áreas comunes que, poco a poco, habían sido ocupadas de manera indebida.

La Subsecretaría de Espacio Público lideró la acción junto a varias entidades, enmarcada en la estrategia de control territorial que busca garantizar orden, seguridad y convivencia en sectores estratégicos de la ciudad.

Pero más allá de las cifras oficiales, lo que se vivió en las calles de Naranjal, Medellín, fue con rostros y voces diversas. Doña Gloria, vecina de toda la vida, observaba cómo retiraban estructuras que impedían el paso: “Esto estaba muy tomado, uno ya no podía ni pasar por la acera”, comentó mientras los funcionarios despejaban el andén frente a su casa.

En contraste, un joven que habitaba en uno de los cambuches miraba en silencio cómo desmontaban sus pertenencias. La escena reflejaba el otro lado de la historia: el de quienes, sin techo ni opciones inmediatas, enfrentaban el peso de la intervención.

Con el paso de las horas, las calles del barrio comenzaron a transformarse. Lo que antes estaba reducido por ocupaciones informales se abrió nuevamente al tránsito de peatones y vecinos. “Aquí vuelve a circular el aire”, murmuraba un comerciante, al ver despejada la esquina donde trabaja desde hace años.

La jornada terminó sin mayores altercados, pero con un mensaje fuerte: el espacio público es un bien colectivo y su cuidado implica tanto control como inclusión social. Naranjal fue, por un día, la muestra de esa tensión: entre el orden que exigen las autoridades y la realidad de quienes sobreviven en la calle.

Al final, lo que quedó en la memoria del barrio no fue solo el operativo, sino la certeza de que la disputa por la ciudad se libra en cada acera, en cada parque y en cada esquina. En Naranjal, al menos esta vez, el espacio público volvió a ser de todos.

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