Un joven ingresó a un local de comidas en el barrio Manrique, Medellín, donde preguntó los precios de varios platos de comida.
Mientras el personal lo atendían, miraba como “un gato” a los clientes del negocio, revisaba su celular y chateaba.
Al pasar una segundos regresar al lugar, con el casco puesto, tenía una pistola con la que intimidó a una mujer para hurtarle el celular, el dinero y sus joyas.
Su acompañante lo esperaba en una motocicleta y escaparon con rumbo desconocido.