Un hombre de 39 años recibió una llamada donde le dijeron que debía pasar por una vivienda en el barrio Cristo Rey, en el Suroccidente de Medellín, para finiquitar unos asuntos pendientes de la venta de una camioneta. Confiado, acudió a la cita. Lo que no sabía era que lo esperaban hombres armados y que, desde ese momento, su libertad iba a convertirse en moneda de cambio.
Apenas cruzó la puerta de la casa, lo rodearon. Lo despojaron de sus pertenencias, lo intimidaron con armas de fuego y le exigieron 60 millones de pesos como supuesto saldo de la negociación del vehículo. La escena fue rápida y contundente: había quedado secuestrado en su propio barrio.
Sin embargo, un familiar, al notar su ausencia y tras sospechar lo peor, denunció la desaparición ante el Gaula.
Los investigadores comenzaron a hilar pistas, hasta dar con la vivienda donde, según la información, estaba retenido.
La operación no dio espera. Uniformados rodearon la zona y, en cuestión de minutos, irrumpieron en la casa. Dentro encontraron al hombre, atemorizado pero con vida, y a cuatro hombres que lo custodiaban.
Los capturados, de entre 22 y 49 años, serían integrantes del grupo delincuencial común organizado “La Raya”. En su poder fueron halladas 2 armas de fuego, 3 proveedores, 44 cartuchos, 600 gramos de estupefacientes, 3 celulares y un radio de comunicaciones. Todo quedó incautado como evidencia.
Para la víctima, la pesadilla terminó ahí. Pero para los captores, comenzó otra: enfrentar a la justicia por delitos de secuestro simple, porte ilegal de armas de fuego y tráfico de estupefacientes. De ser hallados culpables, podrían pasar hasta 20 años tras las rejas.
El brigadier general William Castaño Ramos, comandante de la Policía Metropolitana del Valle de Aburrá, celebró el resultado:
“Este operativo envía un mensaje claro: estamos golpeando de frente a las economías ilegales y protegiendo la vida y la libertad de los ciudadanos. La denuncia oportuna fue clave para salvar a esta persona”.
Esa noche, en Cristo Rey, una historia que pudo haber terminado en tragedia cambió de rumbo gracias a un familiar que no se quedó callado y a un operativo que llegó a tiempo.
